Para referirse a este aspecto taurino en la localidad de Ayapel, Roger Serpa escribe lo siguiente: “Las primeras corridas se hicieron a todo lo largo de la calle San José. Sólo había que tapar las bocalles. Las casas eran de corredores y aleros volados con horcones afuera, que eran aprovechados para la Corraleja. El toril se construía en la plaza, al frente de la iglesia”.
Más adelante Serpa anota: “Pero el pueblo fue creciendo. Y posiblemente en 1918 Gabriel Miranda Espinosa, siendo alcalde dispuso que la Corraleja se hiciera en la plaza de Palo de Mango”.
Este traslado que tuvo la Corralejas de la calle San José a la plaza pública o del Palo de Mango como la llama Roger Serpa, pudo deberse a la búsqueda de mayor comodidad o para complacer las exigencias de una afición cada vez mayor.
Esta forma natal de la Corraleja tiene mucha similitud o se identifica con lo que se viene haciendo, desde épocas inmemorables, en Pamplona (España), para las fiestas de San Fermín.